
Antecedentes de la polarización
La polarización maniquea se ha establecido como una norma de la democracia representativa venezolana. Rómulo Betancourt la creó a partir de su colaboración con el partido socialcristiano y después, con la caída del puntofijismo, con el tándem chavismo-oposició n. Todo bien orquestado entre una cúpula derechista en el poder y otra, rumiando su pérdida y esperanzada en revertirla, aspirando para su ascenso la bendición de los agentes internacionales de dominación.
En Venezuela, tanto el gobierno como la oposición hablan de las bondades del modelo político reinante y lo definen como democrático. Incluso, algunos sectores adversos al gobierno le imputan haberse apartado de la democracia, tildándolo de dictadura constitucional. Preconizan su desarrollo por existir un sistema de votaciones donde aparentemente se escogen los mandatarios populares. Tanto en la Cuarta como en la Quinta República "democracia" se ha reducido a la promoción de los derechos civiles y políticos, en desmedro de medidas estructurales que, elevando el nivel y la calidad de vida de la población, hagan efectivos los derechos económicos, sociales y culturales. Es por esto que, a pesar de ser un país con altos ingresos producto de la renta petrolera, presenta una de las distribuciones de riqueza más injustas del continente.
Sin embargo, se trata de mitos bien organizados por las cúpulas gobernantes con soporte en los medios de difusión de masas para crear la imagen de estar en un país libre. Cualquier análisis equilibrado debe concluir en la inexistencia de un proyecto donde la gente decida, sino todo lo contrario. Estamos en presencia de un sistema donde los factores de poder toman las decisiones y los mecanismos formales colorean el cuadro, sin definirlo ni determinarlo.
La trayectoria de los votos
A partir de la ejecución del plan concebido desde el exilio, los tres líderes de los principales partidos políticos (Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba) fundaron su esquema partiendo de una exclusión: la de los comunistas. El líder de Guatire, con claridad en sus fines, gobernó con una pentarquía cohesionada en el tiempo: Los militares, el alto clero, un movimiento obrero domesticado (la CTV), Fedecámaras y fundamentalmente dos partidos políticos, A.D. y COPEI. Cada uno tenía un rol a cumplir para mantener el orden establecido. Y en el plano internacional Venezuela se colocó al lado de los Estados Unidos durante la confrontación este-oeste.
El devenir comicial venezolano se perfiló en dos sentidos. En primer lugar, el entusiasmo de los ciudadanos, expresado en la alta participación en las primeras votaciones post-dictadura, se vio erosionado por el fracaso de la representació n, desenlace inevitable para la demagogia e ineficacia emanada desde Miraflores. Asimismo, el aparato electoral del puntofijismo fue cada vez menos confiable, recurriendo al fraude y el desvío de recursos gubernamentales para los candidatos alineados con el partido de turno. El principio de que el "acta mata voto" se impuso dentro de la mayor bellaquería.
La izquierda repite los vicios de la derecha
Las organizaciones autodenominadas de izquierda, luego de su colapso militar, político y moral, negociaron su legalización a finales de los 60´s, e inmediatamente fueron a elecciones. El Partido Comunista se presentó en la elección de 1968 con una entelequia denominada Unión Para Avanzar (U.P.A.) y ulteriormente lo hicieron desde el M.I.R. hasta Bandera Roja pasando por la Liga Socialista, el MAS y la Causa R. Todos abandonaron la vía insurreccional guerrillera rural por una cuota de poder en el parlamento porque el espectro político estaba estrangulado por las dos grandes maquinarias (AD y COPEI).
Elecciones y lineamientos hemisféricos
Con la entrada en vigencia de la Carta Democrática de la O.E.A., suerte de andamiaje institucional creado precisamente el 11 de septiembre de 2001, se estatuyó la antigua doctrina Tovar del sistema interamericano, asumida por Rómulo Betancourt durante su segundo gobierno. La misma consistía en reconocer sólo a gobiernos electos y no los nacidos de golpe de Estado. Con este instrumento jurídico, los americanos no han hecho otra cosa que recoger en un texto normativo la política a regir en sus intereses hemisféricos.
Una mundializació n de la economía, capaz de generar pobreza, desempleo y exclusión social, no puede ser sostenida por los tradicionales militares anticomunistas. Ahora requieren formas gubernamentales nacidas de elecciones formales porque el costo en todos los planos es infinitamente menor.
Génesis y vigencia del poder venezolano
En nuestro caso tenemos una estructura de poder creada por Juan Vicente Gómez. Este dictador sentó las bases del Estado contemporáneo al centralizar la gestión administrativa, unificar los tributos y sobre todo, inaugurar unas fuerzas armadas calcadas del modelo prusiano, como lo enseñó el chileno Samuel Mac Gil, contratado para ello. Asimismo, acabó con cualquier montonera o atisbo de federalismo, que poseía tradición en la historia venezolana, y lo sustituyó por la noción del "cesarismo democrático", un hombre autoritario de rasgos caudillistas cuyo manejo discrecional de la renta petrolera fuera el garante del progreso nacional.
Las experiencias abstencionistas venezolanas
La participación electoral fue cuestionada por el partido Acción Democrática cuando en 1953 se opuso a participar en el plebiscito promovido por la dictadura perezjimenista, lo cual devino en fracaso porque la gente apostó a la candidatura de Jóvito Villalba.
Recientemente los partidos opositores promovieron la abstención en el proceso para elegir los diputados a la Asamblea Nacional, en diciembre de 2005. Estas votaciones tampoco movilizaron a la base de apoyo oficialista, con lo que la abstención y el voto nulo alcanzaron más del ochenta por ciento del electorado. Sin embargo el antichavismo, al experimentar la pérdida de las cuotas de poder que ofrece el parlamentarismo, se ha arrepentido de su estrategia, y algunos de sus más furibundos "abstencionistas" hoy son los principales candidatos de la denominada unidad opositora. Este abstencionismo oportunista, por tanto, repite la historia de los partidos izquierdistas en el pasado: se realizan retiros tácticos y provisionales del torneo electoral si no están las condiciones dadas para, ocupando los cargos, expandir las redes clientelares que allanen el camino a más espacios de poder en el futuro. Tras los resultados del pasado referéndum constitucional, en los que el liderazgo mediático opositor negoció un resultado diferente al existente en las urnas, el antichavismo recobró la posibilidad de reconstruir el bipartidismo y erigirse en la alternativa por descarte, el interlocutor con el que se negociarán, como ya se hizo el pasado 2 de diciembre, parcelas de poder con su respectivo porcentaje de renta petrolera e ingresos tributarios.
Razones de la abstención
Acudir a las máquinas no tiene sentido alguno porque en caso de triunfar, con todos los compromisos inherentes a las redes de relaciones de poder que conforman la arquitectura estatal, no se haría sino repetir la actitud de los gobernantes de siempre. Si no, basta con apreciar la decadencia moral y económico-social de los líderes de la "izquierda" en toda la zona. Lula Da Silva, Tabaré Vásquez, Daniel Ortega y Hugo Chávez son expresiones nítidas de lo antes aseverado. Son manifestaciones de lo mismo con un agregado: introducen en medio de sus procederes populistas, el modelo más agraviante que la humanidad haya conocido: la globalización.
Asistir a un proceso electoral es apuntalar los nuevos disfraces de la comparsa, pues el carnaval es el mismo. La próxima elección es un intento de revitalizació n de la polarización y de retruque, de la democracia formal necesitada de un nuevo bipartidismo. Al obtener la oposición éxitos relativos en las gobernaciones y alcaldías se fortalece la combinación binaria que ha atrapado tradicionalmente a los venezolanos. Por otro lado la ineficacia del poder en el país es ostensible y patética debido a su incapacidad en resolver los problemas elementales.
Participar simboliza ser parte del juego clientelar y jamás podrá ser una opción de cambio para nuestra nación; por el contrario, es cohonestar el enjambre despótico del Estado a cambio de prebendas de múltiples tipos. Tenemos enfrente a un aparato político aceitado gracias a la bonanza económica derivada del auge petrolero, capaz de mediatizar y simular todos los niveles de voluntad democrática, como siempre ha sido la tónica del Estado rentista.
Adicionalmente emergen elementos puntuales como la imposibilidad de cambios dentro del margen del modelo político venezolano. Basta con observar a las candidaturas pera medir la envergadura de la crisis en las que se encuentra el panorama político formal, verbigracia las opciones para la Alcaldía Metropolitana de Caracas. Allí los dos personajes, Aristóbulo Istúriz y Antonio Ledezma, simbolizan como nadie la incapacidad y el envilecimiento del ejercicio de la actividad política. La abstención, además, contribuirá a impedir el resurgimiento de las agrupaciones partidarias herederas de la socialdemocracia de la Cuarta República, bien sea en su versión bolivariana (PSUV) o su formato oposicionista, con sus chantajes en pos de una falsa unidad, consecuencia de su estrategia del "mal menor". Asimismo, rechazamos el llamado "voto castigo". Por ello hace 10 años se instauró una cúpula de poder que ha llegado a ser igual y/o peor que las anteriores y también sucedió durante la llamada Cuarta República donde se "castigaba" a Adecos o Copeyanos, pero se mantenía el bipartidismo. Seguir creyendo en que "el menos malo" cambiará la situación es seguir justificando su autoritarismo y nuestra sumisión. No acudir a las urnas y registrar una alta ausencia de las mismas es demostrar la plena vigencia del sistema de poder presidencialista en el país, demostrando en los hechos que no existen nuevos valores políticos internalizados por la sociedad, o algún "proceso de cambios" al que hay que apuntalar. En cambio, abstenerse de votar es el verdadero castigo al autoritarismo de las cúpulas, a su nepotismo y abuso de poder, al robo y corrupción de los dineros públicos, al alto costo de la vida, a la miseria de la vida cotidiana que ha originado la inseguridad personal, las humillaciones del reparto de las migajas de la bonanza petrolera y la militarizació n del país.
Llamamiento final
No obstante, pensamos que sólo el desarrollo de la subjetividad y la conciencia de los niveles políticos de la gente será el detonante de una línea abstencionista exitosa en cuanto a la audiencia nacional o a su eficacia política. Corresponde a los hombres y mujeres libres decidir, en forma contundente y radical, el entierro de la democracia formal para instaurar nuevas expresiones de la democracia directa. La solución de todos nuestros problemas no pasa por las urnas de votación, sino en la beligerancia y movilización autónoma frente a los múltiples factores de poder y dominación, entre los cuales se encuentran los emisarios de la burguesía desplazada y la ascendente boliburguesía, cuyos personeros son los que ocupan los tarjetones electorales del próximo 23N. Denunciemos con el mismo ímpetu la farsa bolivariana y las intenciones de los herederos del puntofijismo, estableciendo lazos entre todas y cada una de las luchas de los y las de abajo.
Luchando por la autonomía de los movimientos sociales
Periódico El Libertario
http://www.nodo50. org/ellibertario
Caracas octubre del 2008