Discurso politiquero

Discurso politiquero
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia

martes, 31 de julio de 2007

Autonomía Universitaria en Riesgo

El alza del movimiento estudiantil para demostrar su descontento con lo que sucede en nuestro país es un acto de responsabilidad con Venezuela. Lo lamentable es el motivo que despertó finalmente a los estudiantes universitarios, que durante años permanecieron apáticos, y que no muestra el verdadero potencial de nuestro pensamiento.

El cese de la concesión del canal de televisión RCTV no debe ser motivo de reacción por parte de quienes seremos el futuro de nuestro país. Debemos evaluar la situación y preguntarnos si realmente vale el esfuerzo defender a una empresa privada que nunca ha mostrado interés por los estudiantes, además de contribuir a la desmoralización de los televidentes a través de su programación sexista, amarillista y sin contenido de calidad que alimente a la cultura nacional. Habría que preguntarnos si RCTV era sinónimo de libertad de expresión: si todos podíamos participar o si sólo lo hacían los que complacían los intereses de Marcel Granier.

La oportunidad se ha prestado para que la Autonomía de nuestra Universidad se vea vulnerada por el Gobierno Nacional, que siempre está sediento de poder y que no ha logrado tomar posesión de nuestra casa de estudio. Tanto al actual presidente como a los futuros se les debe recordar que la Autonomía Universitaria no se negocia y no necesitamos recibir señales de amenaza para defenderla.

Pero ¿cómo han aportado al movimiento los líderes estudiantiles?, la respuesta es sencilla: como oportunistas politiqueros. Hasta el momento no hemos logrado avanzar, el tema de la defensa de RCTV tampoco ayuda, pero existen argumentos dentro de los grupos de estudiantes que no son tomados en cuenta por estos seudo-líderes, probablemente por conveniencia, e incluso nos queda la duda de si están siendo respaldados por los partidos políticos que sólo han logrado hacerle daño a nuestro país durante años, porque si se analizan sus conductas se podrán encontrar varias semejanzas: el uso de los medios de comunicación que sólo informan lo que les interesa (y además tergiversado), la salida de la Asamblea Nacional (a pesar de estar en cadena nacional), la continúa repetición de frases trilladas, la defensa de grupos irracionales que han destruido a nuestro país (sólo porque comparten su descontento con el Gobierno), la falta de argumentos, además de otros aspectos.

Si la verdadera intención es protestar para que nuestros derechos se cumplan y Venezuela mejore, debemos hacerlo con seriedad y no con excusas que pueden ser fácilmente invalidadas.

Los estudiantes universitarios tenemos mucho más por qué manifestarnos, pero si no se permite que lo hagamos seremos vencidos antes de la batalla. Es necesario organizarnos para concentrar el intelecto de los estudiantes, de esa manera seremos indestructibles.

La Autonomía es un tema que afecta a los estudiantes, profesores, obreros, personal administrativo, entre otros, y todos deben ser tomados en consideración. Mientras nosotros mismos no velemos por que se cumplan los derechos de todos los miembros de nuestra comunidad universitaria, estaremos poniendo en riesgo nuestra Autonomía, aparecerán los interesados en apoderarse de lo que es nuestro y lograrán arrebatárnoslo bajo la excusa de ellos sí ser capaces de resolver nuestros problemas.

Las exigencias que hace Venezuela a la Universidad Central de Venezuela son: a los estudiantes para que tengan un pensamiento crítico y cometan acciones constructivas, a los profesores para que faciliten las vías para el desarrollo de nuestro intelecto; a los trabajadores para mantener a nuestra Universidad en óptimas condiciones de funcionamiento y a los entes rectores les toca la labor más importante: velar porque los estudiantes, profesores y trabajadores ejerzan sus funciones de manera correcta y armoniosa.

La UCV es independiente, capaz, tiene las herramientas necesarias, pero está amenazada. El motivo para ejercer cargos directivos debería ser la mejora del sistema, no satisfacer necesidades de poder sin aportar ni ser productivos. La discriminación dentro de la UCV debe ser repudiada, la lucha por el poder de los bandos políticos extremistas que sólo velan por sus intereses debe ser eliminada, basta de politiquería, bienvenidos sean quienes estén dispuestos a trabajar por una mejor UCV.

sábado, 21 de julio de 2007

Un régimen militar


DOMINGO ALBERTO RANGEL
El Mundo /Caracas , 19 de Julio de 2007

Un régimen militar

El régimen bolivariano, socialista y patriota del comandante Chávez es, ante todo, un régimen militar.

Ser socialista y patriota ya es una contradicción restallante. El socialismo es internacionalista, lucha por abolir las fronteras y superar, cuanto antes en la historia, la etapa del Estado-Nación que la humanidad empezó a vivir hace cuatro siglos o más. Socialista patriota es como gélido hirviente o sólido líquido, una contradicción por sí misma. ¿Por qué, sin embargo, semejante contradicción, grotesca como pocas, ha podido prosperar en la Venezuela de los últimos ochos años? Porque en el mundo de las farsas todo es admisible, diríamos a guisa de respuesta que por tajante erradique o extinga la discusión. Sin embargo... El régimen bolivariano lleva ya ocho años imperando y parece destinado a durar otros años más. Desaparecerá como todo régimen en Venezuela, derrotado por un cuartelazo porque -otra pregunta se impone ahora- ¿cuándo ha habido aquí cambios por la vía electoral? Jamás, el presente régimen caerá -nadie puede precisar cuándo- el día en que otra generación de militares decida enviarlo de paseo, igual a lo ocurrido en 1945, 1958 y 1992. La historia repetitiva de los cuartelazos, hincada en Venezuela por Pedro Carujo, no parece destinada a cesar hoy mismo, tiene ella, por el contrario, vida lozana como para penetrar hondo en el siglo XXI. Aquí puede decirse, lo que dijo Voltaire de Prudis, que un ejército ha conquistado un país.


CAMARILLA OCULTA


Insistamos, lo de bolivariano y socialista, otra contradicción tan restallante como la de socialista y patriótico, es tolerable y puede seguir subsistiendo porque el régimen es militar y militarista. ¿En qué sentido es un régimen militar? En el único sentido que determina la naturaleza de un régimen político. ¿Qué rasgos caracterizan a quiénes en el Estado toman en un momento o en una etapa determinada las decisiones políticas? Los que monopolizan las decisiones en este régimen son todos ellos militares. Hay un gobierno, una camarilla oculta que, tras bastidores, rige al Estado. Diríamos para redondear este aspecto del análisis que Chávez mismo, tan autosuficiente, es como un actor que tiene detrás de él, oculto para que no lo vea el público, un apuntador.


A Chávez lo guía, controla y manda una camarilla de militares retirados y activos que son en este régimen quienes toman las decisiones o dicen la última palabra. Así como cuando Gómez mandaban los tachirenses y sólo ellos, bajo Pérez Jiménez los militares y con los adecos la Vieja Guardia, con Chávez sólo gobiernan los uniformados, así estén retirados. Ellos deliberan y resuelven todo, los civiles ejecutan sus órdenes o traducen sus decisiones al plano de la práctica. Las palancas fundamentales del Estado reposan bajo el control de los militares. ¿Desde la salida de Miquilena ha habido alguien que no sea militar retirado en Relaciones Interiores? Pero no es sólo allí...


Los militares controlan o ejercen el cargo clave en la Cancillería. Y ejercen por igual, como titulares o como contralores, los ministerios de importancia estratégica. Siete u ocho gobernaciones de estado son ejercidas por ellos. Algunos, por cierto, como el de Carabobo, tienen, según confesión propia, dos camionetas Hummer en su finca de Barinas y otras dos en Valencia. Aprovechado el muchacho... Sin embargo, nada de eso tiene importancia como signo. Lo peor es que los militares se han apoderado, como hicieron en Rusia sus cofrades hace años, de todo el Estado y de la política.


¿No es un signo ominoso que la única discusión sobre el partido oficialista se haya empeñado entre dos militares, Müller y Ameliach? Ese partido es una carroña moral, ya lo sabemos, pero es la carroña que gobierna. El comandante Chávez no es un tirano militar, pero sí es el representante en el poder de una camarilla militar.

sábado, 14 de julio de 2007

Dos minutos de odio en Antímano

Por Rafael Uzcátegui (*)

El viernes 01 de junio, a petición de los estudiantes, algunas organizaciones de derechos humanos venezolano que integran el Foro por la Vida acordaron asistir a la manifestación convocada para ese día en calidad de observadores. La decisión aspiraba ayudar a resguardar el derecho a la manifestación y la integridad de los estudiantes de diferentes instituciones públicas y privadas, los cuales pretendían movilizarse hasta El Paraíso, y de ahí a la Asamblea Nacional, en protesta por el fin de la concesión a RCTV. De esta manera, una docena de activistas en derechos humanos nos encontrábamos ese mediodía en las puertas de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), en la delgada área que separaba a los universitarios del cordón policial que rodeaba la concentración. Cómo se sabe, la Policía Metropolitana impidió la marcha recibiendo órdenes de arriba, que afirmaban que la misma era ilegal debido a la ausencia de un permiso de la Alcaldía de Caracas.

Tras momentos de tensión, la llegada de un contingente de universitarios de la UCV y otras universidades, el reacomodo del cordón policial, la llovizna, la breve caminata hasta la Conferencia Episcopal Venezolana, el aguacero, la llegada de un grupo de diputados y la posibilidad de que los estudiantes tuvieran un derecho de palabra en la Asamblea Nacional, la jornada de protesta parecía haber llegado a su fin, ya casi despidiendo la tarde. Durante todo el periplo la consigna que más se escuchó fue "No somos golpistas, somos estudiantes".

Los que aún esperábamos sobre el asfalto mojado, nos devolvimos a la Católica para cortar camino a la estación del Metro de Antímano. Las manecillas daban las seis de la tarde. Confundidos entre los adolescentes, con el sudor acariciándonos la espalda, conocimos por los espontáneos fiscales de circulación dentro del campus que la estación del Metro no funcionaba por el momento. Empanadas y té, conversas fortuitas, 30 minutos de espera. El anuncio de reapertura hizo que más de un centenar de almas cansadas desfiláramos por la pasarela que acerca a los ucabistas a la estación. Paso redoblado de este lado, del otro, los demonios exiliados de Pandora.

Para terminar así la jornada, hubiera preferido bailar sobre perdigones y perderme en los torbellinos de brazos que preceden a los culatazos de fusil. Para ver lo que vi, quedar ciego por el jugo ácido de las lacrimógenas, tosiendo soberbias coaguladas con sangre por las fosas nasales. Antes de sentir aquello, perder un zapato, abotonarme mal la camisa y empeñar la razón a plazo fijo durante toda una semana.

Una doble columna de policías metropolitanos extendía una doble fila entre la entrada de la Ucab y la estación del Metro de Antímano. En el medio de este túnel azul petróleo un oficial filmaba a sus transeúntes. Detrás de los policías un grupo de alrededor de 200 personas escupían, gritaban, vociferaban, gesticulaban descomponiendo sus rostros, tensando los músculos de sus manos, pateando furiosamente el piso. Caminando sobre el vértigo, debajo del "¡asesinos!, ¡golpistas!, ¡oligarcas!, ¡hijosdeputa! y ¡maricos!", los estudiantes delante ponían cara de desentendidos. Yo me reducía a dos cuartas de estatura. 5 horas antes el Defensor del Pueblo afirmaba que el presidente no quería enfrentar a la gente entre sí. Pero yo, en ese preciso momento, recordé que la sociología me había enseñado a utilizar correctamente las categorías analíticas. Y nada se me pareció tanto a la palabra que pronuncié al final de aquel linchamiento simbólico: fascismo. Si las palabras crean realidades, desde ese día tengo los labios quemados.

Como si los cuervos no volaran ya suficientemente alto, los vagones dirección Zona Rental arribaron al andén en oscuras, en tinieblas permanecieron y en sombras transportaron la respiración cortada de quienes escapábamos del frenesí. En el siguiente andén, puntualmente, encendieron la luz para recibir a los nuevos pasajeros.